El Consejo de Seguridad de la ONU fue este martes de nuevo incapaz de alcanzar una posición común sobre la situación en Siria y tras una jornada de intensas negociaciones decidió reunirse el miércoles de cara a aprobar un texto de condena.
Tra
s debatir durante horas el contenido de una eventual condena a la represión del régimen del presidente de Siria, Bachar al Asad, los quince miembros del Consejo interrumpieron sus consultas y decidieron enviar a sus gobiernos el texto que ahora hay sobre la mesa, con distintas variaciones, para recibir indicaciones.
"Desafortunadamente no hemos alcanzado un acuerdo. Hablaremos con nuestras capitales para ver si mañana es posible alcanzar una posición común", señaló a la salida de las reuniones el embajador ruso ante la ONU, Vitaly Churkin, uno de los que más oposición ha mostrado a que el Consejo adopte una resolución de condena a Siria.
Churkin señaló que su delegación, "apoyada por otras", considera que "en las negociaciones actuales no se ha alcanzado el equilibrio deseado", por lo que el texto de condena con el que se trabaja "podría no desempeñar un papel constructivo a la hora de evitar un mayor agravamiento de la crisis en Siria".
"Hay aspectos ideológicos que han apartado la atención del mensaje adecuado que debe enviar el Consejo de Seguridad", explicó el embajador ruso, que acusó a algunos miembros del Consejo de presentar "posiciones demasiado extremas al apoyar demasiado a una parte".
Más allá de esa referencia a las bajas de las fuerzas gubernamentales, ninguna delegación quiso detallar el contenido exacto de un texto en el que trabajaron Reino Unido y Brasil, y que debe recoger las ideas del proyecto de resolución presentado hace dos meses por los países de la Unión Europea (UE) que se sientan en el Consejo y también "nuevas ideas" brasileñas.
Además de seguir tratando el contenido del texto, los quince también esperan ponerse de acuerdo el miércoles sobre el formato que esa condena deberá tener, ya que hay divergencias sobre si debería ser una resolución, como quieren los europeos y EE.UU., o una declaración presidencial, como apuestan principalmente Rusia y China.