Sacerdote polaco negó haber espiado a Juan Pablo II

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Autor: Cooperativa.cl

El religioso que trabaja en El Vaticano sostuvo que pudo haber pecado de ingenuo al haber tenido contactos con otro cura que habría trabajado para los servicios secretos de la ex RDA.

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El sacerdote dominico Stanislaw Hejmo, acusado de haber espiado a Juan Pablo II a finales de la década de los 70 y principios de la de los 80, ha insistido en medios italianos en que nunca trabajó para los servicios secretos comunistas, aunque ha admitido que en esa época pecó de ingenuo.

 

En declaraciones a los principales diarios italianos, el religioso polaco, de 69 años, rechaza las revelaciones realizadas esta semana por el presidente del Instituto polaco de la Memoria Nacional, Leon Kieres, que aseguró que el padre Hejmo colaboró con la policía secreta comunista.

 

"Nunca he sido un agente; llamadme tonto o ingenuo, pero espía no", afirma en distintas entrevistas el sacerdote, muy conocido en el Vaticano, pues se dedicaba a traer peregrinos polacos a las audiencias de Juan Pablo II.

 

Según el responsable del Instituto de la Memoria Nacional, existen documentos relativos a la vigilancia de la Iglesia católica por parte de los servicios secretos comunistas que muestran que el sacerdote, bajo los seudónimos "Hejnal" y "Dominik", les proporcionó información durante más de diez años.

 

El dominico considera estas acusaciones "muy extrañas" y lamenta que "todas estas polémicas se saquen a la luz ahora", después de la muerte de Juan Pablo II, "cuando él no puede decir nada".

 

En la versión que ofrece a la prensa italiana, Hejmo explica que llegó al Vaticano en septiembre de 1979 para estudiar en el Angelicum (centro de estudios católicos) y recopilar, por encargo el Primado de Polonia, Stefan Wyszynski, información sobre la Iglesia y el pontificado aparecida en los medios de comunicación.

 

Aunque desmiente cualquier contacto con los servicios secretos, reconoce que a principios de los años 80 sabía que estaba controlado por el Gobierno de Varsovia, al igual que otros sacerdotes de esa nacionalidad que se encontraban en el Vaticano e incluso el propio Juan Pablo II.

 

"Hablé con el Santo Padre una vez. Estábamos comiendo juntos con otros sacerdotes y todos decían tener un 'ángel guardián', es decir, controladores por cuenta del Gobierno polaco. Y también el Pontífice sabía que era espiado", asegura el padre Hejmo.

 

Añade que, con toda probabilidad, el origen del actual escándalo está en su relación con una persona a la que identifica como "Andrej" (ya fallecida y de la que no quiere revelar el nombre por respeto a los familiares), que conoció a través de otros sacerdotes polacos.

 

"El decía que hacía el mismo trabajo que yo, pero para los obispos alemanes. Lo frecuenté sólo en el año 80 y después comprendí que era un espía", señala, antes de mostrarse convencido de pertenecía "a la Stasi", la policía secreta de la antigua República Democrática Alemana.

 

Agrega que sospechó de él porque "era muy poco católico, había sido militar en Polonia, había estado en la cárcel en Bratislava y después se había escapado".

 

En su época en el Vaticano, "Andrej" participaba en conversaciones y debates con el padre Hejmo y otros sacerdotes, y en ocasiones las grababa, detalla el dominico.

 

Por eso, admite que pudo ser "manipulado" y constituir una fuente de información "involuntaria" para los servicios secretos, pero asegura que "Andrej" sólo recibió de él "noticias de doctrina".

 

También piensa que los documentos del Instituto polaco de la Memoria Nacional implican a más religiosos en casos similares, dado que el propio "Andrej" acudía a donde otros sacerdotes a pedirles información, señala.

 

Las acusaciones contra el padre dominico han sido recibidas con sorpresa y escepticismo en círculos vaticanos y han desatado el escándalo en Polonia, donde Hejmo se había hecho muy popular porque fue uno de los sacerdotes mas contactados por los medios polacos en las conexiones con el Vaticano por la muerte del Papa.

 

Estos mismos medios han creado "demasiada presión", lamenta el religioso, que el pasado miércoles, día en que se difundió la noticia, estuvo a punto de abandonar el Vaticano y regresar a su país natal.

 

Finalmente no lo hizo porque otros religiosos polacos le aconsejaron afrontar las acusaciones en la Santa Sede, que por el momento no se ha pronunciado oficialmente sobre el caso. (EFE)

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