Después de que el total bajara de los 700 por primera vez en seis días este lunes, en las últimas 24 horas se contabilizaron 778 muertes.
"Su número es prácticamente plano pero a un nivel devastador", señaló el gobernador de ese estado, Andrew Cuomo.
Con este último recuento, la región alcanza los 10.834 decesos.
El estado de Nueva York registró un repunte de muertes por Covid-19 en las últimas 24 horas con 778 fallecidos, después de que este lunes el número bajara de los 700 por primera vez en seis días.
El gobernador de Nueva York, Andrew Cuomo, anunció que la región alcanzó los 10.834 decesos tras conocerse la última cifra de víctimas, que se mantiene cerca del máximo de un solo día (799), registrado el pasado 8 de abril.
"Si se miran las muertes de los últimos días se ve que su número es prácticamente plano pero a un nivel devastador", apuntó la autoridad, tomando en cuenta que desde el 6 de abril todos los días -excepto el domingo- se superaron los 730 muertos.
Cuomo apuntó ayer que el estado de Nueva York ya había pasado lo peor, y que las cifras de muertes y las hospitalizaciones habían entrado en una estabilización, aunque con cifras muy elevadas.
El gobernador también explicó que las hospitalizaciones -18.697 en las últlimas horas- fueron por primera vez menores al registro de la de la jornada anterior, cuando se contabilizaron 18.825.
Entre los nuevos datos ofrecidos por Cuomo está el número de personas fallecidas en los centros de atención a personas de la tercera de edad, que ha aumentado considerablemente en la última semana, a pesar de que se prohibieron las visitas hace un mes.
En las últimas horas, fallecieron 133 ancianos en residencias del estado, elevando el total a 811 de lo contabilizado entre el 7 y el 13 de abril, y triplicando el registro que se dio en estos recintos entre el 31 de marzo y el 6 de abril, cuando hubo 287 decesos.
"El porcentaje de pérdidas de vidas en los centros de cuidados de ancianos está aumentando en comparación con las muertes en hospitales", dijo Cuomo, que justificó este aumento asegurando que el virus "no se puede parar".
"No hay visitantes en las residencias, los trabajadores deben ser revisados cuando entran todos los días, pero comprobar la temperatura no es un mecanismo totalmente fiable, y cualquiera de esos trabajadores pudieron entrar con 'una chispa en sus bolsillos'", señaló antes de subrayar la gran vulnerabilidad de muchos de los ancianos que viven en estos lugares.
