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Memorables espectáculos ofreció el Teatro del Lago en su octavo aniversario

Publicado:
| Periodista Digital: Joel Poblete

El escenario de Frutillar permitió disfrutar del adelanto de una nueva producción del ballet "Coppélia" y el debut en Sudamérica de la soprano Sonya Yoncheva.

Memorables espectáculos ofreció el Teatro del Lago en su octavo aniversario
 Teatro del Lago

Sonya Yoncheva en Frutillar.

Llévatelo:

Desde hace casi una década, el Teatro del Lago en Frutillar se ha convertido en uno de los epicentros artísticos de la cultura en Chile.

Enclavado en una privilegiada ubicación a orillas del Lago Llanquihue, no sólo impresiona por su magnífica arquitectura y lo bien inserta que está en la belleza del paisaje, sino además por su excelente acústica y la calidad de su programación, que ha permitido el debut exclusivo en nuestro país de figuras internacionales de la talla del chelista Yo-Yo Ma, el violinista Maxim Vengerov y el director de orquesta Valery Gergiev, entre otros, y en el plano de la lírica, a cantantes tan cotizados como el tenor Javier Camarena y la soprano Diana Damrau.

Y en el marco de su octavo Festival Primavera, a lo largo de tres días el teatro desplegó el pasado fin de semana un contundente abanico de expresiones artísticas de distintos ámbitos, incluyendo además presentaciones exclusivas fuera de Frutillar, en ciudades como Puerto Montt y Osorno.

En varias de ellas destacó especialmente la potente labor educativa que han emprendido desde sus inicios, permitiendo crear y formar agrupaciones de interpretación musical, danza y canto.

 

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Sonya Yoncheva en Frutillar (Foto: Teatro del Lago)

Aunque el panorama era lo suficientemente prometedor, sin duda lo que generaba mayores expectativas entre los melómanos era otra visita de lujo en el ámbito del canto operístico: tras Camarena y Damrau, ahora era el turno de la que probablemente es la soprano de carrera más ascendente de los últimos años, la búlgara Sonya Yoncheva, cuya presentación la noche del sábado marcó su debut en Sudamérica, y apenas su segunda presentación latinoamericana tras actuar hace pocos días en México.

Próxima a cumplir 37 años, en menos de una década ha logrado ser elogiada por la crítica y solicitada por los principales teatros líricos, en especial desde que en 2010 ganara el importante concurso de canto Operalia, creado por Plácido Domingo. En el Metropolitan Opera House de Nueva York, cuya temporada de ópera 2015-2016 inaugurara interpretando a Desdémona en "Otello", el último año consiguió un hito no menor: con sus roles en "La bohème", "Luisa Miller" y debutando como "Tosca" en una nueva producción de esa obra de Puccini, se convirtió en la primera cantante que abordaba tres roles protagonistas en transmisiones en directo desde ese escenario en una misma temporada.

Con tales pergaminos, las expectativas con Yoncheva eran muchas, y lo increíble fue que cumplió con ellas. A menudo pasa que al escuchar intérpretes famosos que se han conocido en grabaciones en audio o video, al oírlos en vivo pueden llegar a defraudar por tener una capacidad vocal que no se parece a los registros.

Afortunadamente Yoncheva era tan sólida como se esperaba: su voz es hermosa, tiene un volumen potente que sabe dosificar muy bien y un registro amplio que no sólo utiliza en agudos seguros y bien proyectados sino también en convincentes notas medias y graves; la textura y el color de su material resaltan por su calidez y tonos, y además de saber expresar y transmitir a través del canto, es atractiva y muy carismática e incluso aprovechó de saludar en español, ya que al estar casada con el director de orquesta venezolano Domingo Hindoyan ha podido ejercitar su castellano.

Demostrando una excelente química y complicidad sonora e interpretativa con su pianista acompañante, el francés Antoine Palloc (quien también dejó una grata impresión en tres fragmentos solistas), la soprano ofreció un programa en dos partes: primero cuatro fragmentos de óperas compuestas por el francés Jules Massenet, y en la segunda otras cuatro piezas de un maestro cuyas partituras quedan muy bien en la voz de la cantante, Giacomo Puccini; expresiva y matizada en su entrega, también sabe transmitir intensidad interpretativa y emoción, aprovechando de desplazarse por el escenario cuando lo consideró necesario.

Aunque dejó con ganas de escucharla mucho más, lo que pudimos oír y ver no dejó a nadie indiferente: si en la primera parte destacó especialmente en el dramatismo expresivo de "Pleurez mes yeux" de "El Cid" y la bien dosificada intensidad de "Dis-moi que je suis belle" de "Thaïs", en la segunda cautivó particularmente con la tiernamente emotiva "Se come voi piccina" de "Le villi" y la sencillez conmovedora de "Donde lieta usci" de "La bohème", cerrando con una expresiva entrega del popular "Un bel di vedremo" de "Madama Butterfly".

 

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Sonya Yoncheva en Frutillar (Foto: Teatro del Lago)

Ovacionada de pie y con entusiasmo por el público, la soprano respondió agradecida diciendo que esperaba que este concierto fuera "el inicio de una relación", y ofreció tres aplaudidos bises: el alegre vals "Paris mon amour" entregado con juguetona y alegre coquetería, y la legendaria "Habanera" de "Carmen" donde aprovechó de usar oportunamente una de las flores del ramo que le entregaron en el escenario casi como si fuera la gitana de Bizet, en este caso jugando a seducir a Palloc, demostrando ambos simpatía y muy buen sentido del humor. La conclusión, tras decir que no le gusta la palabra "adiós" y que prefiere decir "hasta pronto", fue repitiendo una de las obras de la primera parte, la delicada "Adieux notre petite table" de la "Manon" de Massenet, entregada ahora incluso con mayor sentimiento.

Antes de este inolvidable recital, las funciones que pudimos ver en Frutillar partieron el viernes en la tarde con un capítulo dancístico. Aunque fue sólo un adelanto de lo que ese escenario estrenará el próximo año, "Encuentro con Coppélia" fue prácticamente una presentación completa de una nueva versión del célebre ballet con música de Léo Delibes, en la que apenas faltó ver en su totalidad el tercer acto; esta entretenida nueva coreografía a cargo de Esdras Hernández brilló especialmente en los toques de humor, y contó con una efectiva y bonita producción del reconocido diseñador Pablo Núñez, a cargo de la escenografía y vestuario, destacando especialmente en los detalles de la mágica casa del doctor Coppélius y sus autómatas.

Aunque como fue sólo un avance del espectáculo definitivo, lo visto permitió apreciar un excelente nivel por parte de la Escuela de Danza del Teatro del Lago que dirige Macarena Montecino, y entre los solistas estuvieron muy bien Amalia Gimpel como Swanilda y el bailarín invitado Gustavo Echavarría, ágil y simpático Frantz.

Los aciertos de este Festival Primavera continuaron con el excelente arpista francés Emmanuel Ceysson, quien tras casi una década en la Ópera de París es actualmente arpa principal del Metropolitan Opera House de Nueva York. El músico galo ofreció dos conciertos a mediodía, el viernes y sábado; nos tocó asistir al segundo, en el que acortó el programa original, considerando que el día anterior se había extendido demasiado.

Simpático, amable y sonriente, ejercitó el castellano para presentar al público las obras, y desarrolló un hermoso recital, en el que pudo lucir tanto la faceta más virtuosa como su refinamiento, sensibilidad y sentido de los detalles: la primera parte estuvo dedicada a Debussy en el marco del centenario de su fallecimiento, con una hermosa y sutil entrega de la "Suite bergamasque" -incluyendo por supuesto su inmortal "Claro de luna"-, destacando también en los dos "Préludes" y en los contrastes de la Sonata para flauta, viola y arpa, que tan bien alterna la agitación y la serenidad, en los que contó con la colaboración del flautista chileno Nicolás Faunes y la violista española Sara Marigómez, ambos integrantes del Ensamble Teatro del Lago.

La segunda parte estuvo centrada en obras que abordaran el agua, algo muy adecuado considerando que el concierto se desarrolló en el anfiteatro del teatro, que siempre fascina por su luminoso ventanal que permite contemplar el paisaje del lago -y en días despejados, los volcanes- al tiempo que se escucha la música; la inmejorable experiencia sensorial que esto aporta ha sido siempre uno de los elementos más mágicos y especiales de esta edificación, y también hizo más efectiva la belleza de obras como la "Meditación" de la ópera "Thaïs" de Massenet, "La source" de Hasselmans, "Vers la source dans le bois" de Tournier y la iridiscencia de "Le jardin mouillé", finalizando con una lograda interpretación del "Impromptu" de Fauré. Hermoso y delicado concierto.

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Encuentro con Coppelia (Foto: Teatro del Lago)

Esta versión del Festival Primavera tuvo un cierre tan valioso como inolvidable, aunque la primera parte, "Lighting the Way", a pesar de sus logros, convenció un poco menos que la segunda; aquí los Coros Infantil, Joven y Adulto de la Escuela Coral del Teatro del Lago, dirigidos por el catalán Quim Piqué, interpretaron nueve números (cuatro de ellos a cargo de solistas), con una propuesta teatral a cargo de Bárbara Artaza que a través del maquillaje y desplazamientos en escena sugería individuos alienados en el mundo contemporáneo, en donde la música y el canto pueden ser la única escapatoria para vivir mejor. La idea es sencilla y bonita, pero no todo el concepto quedó totalmente claro, y la música elegida, en la que salvo composiciones de Gershwin (el conocido "Summertime"), Kurt Weill y Billy Joel, seis de las piezas eran temas religiosos del británico Will Todd, se sintió un poco reiterativa y monótona. De los tres coros, pareció más cohesionado el infantil, y sin duda habrá que seguir trabajando, pero como primer resultado de la labor de Piqué, se vio que hay un potencial innegable.

Por distintas razones, la segunda parte de este espectáculo final, la conocida suite "Carnaval de los animales" del compositor Camille Saint-Saëns, fue sin duda uno de los grandes aciertos de este Festival Primavera, como lo demostró la entusiasta recepción del público mayoritariamente familiar, el mismo que en la primera parte había tenido problemas para concentrarse y mantenerse en silencio. Los motivos para que esta parte fuera tan memorable son varios: de partida, la espléndida y refrescante interpretación que la Camerata Escuela de las Artes Teatro del Lago realizó de esta genial y juguetona partitura que a través de 14 números describe a distintas criaturas del reino animal, incluyendo su contagioso final, masificado en Chile como cortina musical del programa "Maravillozoo".

Pero también no se puede dejar de destacar la excelente y didáctica forma en que el violinista y director de la Camerata, el español Luis Damián Ortiz -quien el día antes había sido violín solista en la "Meditación" del concierto de Emmanuel Ceysson-, fue presentando algunos de los segmentos del concierto, con enseñanzas y anécdotas muy entretenidas para el público, en especial para la audiencia infantil. Y sin duda, la magia y encanto del espectáculo no habrían sido los mismos sin las notables animaciones que fueron proyectadas en una pantalla grande al fondo del escenario, realizadas ni más ni menos que por Punkrobot, el mismo estudio de animación chileno responsable de la ganadora del Oscar "Historia de un oso".

Nuevamente al servicio de historias protagonizadas por entrañables animales, cada una de las viñetas no sólo reflejaban muy bien las distintas especies representadas, sino además transitaban acertadamente entre el humor, la ternura e incluso el lirismo -en el clásico "El cisne"- y estaban muy bien diseñadas para acompañar el ritmo musical de cada pieza. Un gran broche de oro para este aniversario del escenario de Frutillar, un espectáculo para atesorar y que es de esperar no sólo se repita, sino además pueda ser visto en otros escenarios del país, ya que cumple con el objetivo de entretener y al mismo tiempo aportar cultura y enseñanza musical. Los mismos aciertos que el Teatro del Lago continúa alcanzando cada año, en una misión digna de aplauso y agradecimiento.

 

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Emmanuel Ceysson (Foto: Teatro del Lago)

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