Sebastián Piñera cumple este viernes un año en la presidencia de Chile, a la cabeza de un gobierno de derecha, tras 20 años de administraciones de centroizquierda, con algunos éxitos y también con incertidumbres, según analistas.
Entre los exitos relevantes y de gran exposición pública se encuentra el rescate de los 33 mineros de Atacama, que pasaron 70 días atrapados a 700 metros de profundidad, pero también hay incertidumbres relacionadas con la capacidad del gobernante de cumplir promesas ambiciosas, como sentar las bases para que Chile sea un país desarrollado en 2018.
Caracterizado por una omnipresencia constante en los medios y por sus constantes lapsus verbales y "chascarros", Piñera guarda la parte positiva de su gestión en una economía que, pese al terremoto, creció cinco por ciento en 2010.
La reconstrucción, que aceleró la creación de empleos por encima de las metas oficiales, también ha generado críticas en los habitantes de las zonas afectadas que denuncian lentitud en la entrega de soluciones habitacionales y descoordinaciones, escasez o falta de ayuda directa a los 800.000 damnificados por el sismo de hace un año.
El conflicto por la huelga de hambre de los comuneros mapuche que se extendió por casi tres meses y la crisis del gas en Magallenes a principios de 2011 también le restaron respaldo ciudadano al Gobierno durante la gestión.
Esto se traduce en que, con la derecha en el poder, "la economía está bien, pero el país (la gente) está mal", dijo a EFE el analista Santiago Escobar, quien opina que eso explica en buena parte el descenso constante en la aprobación a Piñera, que las últimas encuestas sitúan en el 42 por ciento frente a un 49 por ciento de desaprobación.
Fuertes alzas de precios del transporte y los combustibles o la autorización para construir generadoras térmicas de carbón también han mellado, según Escobar, la imagen del gobierno y neutralizado el efecto positivo de otras medidas de Piñera.
Entre ellas, la anunciada extensión del posnatal hasta seis meses o la eliminación de la "ley reservada del cobre" para financiar las compras militares.
Según Escobar, "nadie cree al presidente de un gobierno fragmentado y reactivo, que carece de iniciativa política, desconoce el funcionamiento del Estado y se concentra exclusivamente en la figura de un gobernante hiperactivo".